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Eduardo López-Chavarri cumplía a la perfección el concepto que tenemos del humanista. Era un hombre de una amplísima cultura, con una doble vocación literaria y musical que consiguió culminar a lo largo de una dilatada vida, pues murió muy cercano a los cien años de edad. Biográficamente respondió al prototipo del erudito provinciano que auto gestiona un caudal de conocimientos propios adquiridos con gran esfuerzo. Y también a la imagen del hombre versátil cuyo talento se ramifica en varias facetas por sentirse vocacionalmente llamado por ellas.

 

Nació en el año 1871 en la ciudad de Valencia y fue Doctor en Derecho por la Universidad Central de Madrid. Pero lo mismo que le ocurría a Azorín, las leyes eran para él mucho menos atractivas que el arte y la literatura. Por eso Chavarri con bastantes años de anticipación a la mayoría de los músicos españoles, marchó a Paris para formarse como músico e incluso, en Italia, "el país del arte" como lo llamaba Blasco Ibáñez, recibió clases de armonía para adquirir una preparación adecuada en la composición musical que tanto le atraía.

 

Una vez completada su formación, sus primeros trabajos fueron como fiscal en la Audiencia Provincial de Valencia desde finales del Siglo XIX a principios del XX (1896 a 1908). Pero los desengaños de la actividad judicial y el fuerte tirón hacia la literatura lo convirtieron, finalmente, en periodista y se puso al servicio de D. Teodoro Llorente, autor de la letra de la "Canço del Teuladí" y director de Las Provincias para dedicarse su esfuerzo a la crítica musical, teatral y literaria. Chavarri no tenía estudios específicos de periodismo, pero llegó a alcanzar en 1957 -ya muy avanzada su vida- el grado de Periodista de Honor- y su prestigio fue lo suficientemente amplio en los medios valencianos como para que se le considerara un maestro ejemplar en lo que a la redacción cultural se refiere.

 

Autor de obras en valenciano como los "Cuentos Lírics" y sus "Proses de viatge", es un reivindicador de la literatura autóctona a la que procura dotar de una calidad estilística encomiable.

 

Quizá la parte más novelesca de López-Chavarri fue su trabajo como corresponsal de guerra en la campaña del Rif. Esta profesión de corresponsal en tiempos difíciles había consagrado a un periodista como Pedro Antonio de Alarcón, que en la campaña de África de la etapa del gobierno del General O´Donell (1858-1863) alcanzó fama con su libro Diario de un testigo de la guerra de África.  Si consideramos que Blasco Ibáñez fue luego corresponsal de guerra en el frente del Marne durante la campaña decisiva de la Primera Guerra Mundial entre los alemanes y los aliados, tendremos un bosquejo suficientemente significativo de lo que representaba, como la escuela de periodistas, cubrir acontecimientos bélicos en la primera línea de fuego.

 

Chavarri, que en su niñez había oído contar las glorias militares de O'Donell y de Prim y que conocía sin duda los Romances de la guerra de África recopilados por el también valenciano Marques de Molins, debió sentir un interés literario hacia los pueblos del norte de Marruecos y, en consecuencia, no se limitó al relato de los acontecimientos militares, sino que envió a Las Provincias unas crónicas donde se relataban los modos de vida y actitudes de los pueblos rifeños. Pero fuera de este paréntesis, del año 1909, la actividad periodística de Eduardo López-Chavarri fue fundamentalmente tranquila. Hombre de vida social, de correspondencia intensísima y de amplias preocupaciones culturales podemos considerarlo como un escritor de gabinete que pasa buena parte de su vida formándose e informándose hasta adquirir un cúmulo casi inagotable de conocimientos.

 

Su labor en el marco de las instituciones y entidades culturales valencianas fue continua: Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, Círculo de Bellas Artes de Valencia, Lo Rat Penat o la Sociedad Coral "El Micalet". Su prestigio le llevó a ser requerido para pertenecer a otras instituciones españolas y extranjeras de la categoría de la Facultad de Artes de Londres, Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, Academia de Bellas Artes de Córdoba y Barcelona, etc.

 

Estas son las distinciones que obtuvo a lo largo de su vida:

 

·         Miembro de Honor de la Facultad de Artes de Londres

·         Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, de Valencia

·         Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid

·         Académico de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba

·         Académico de la Academia de Buenas Letras de Barcelona

·         Cruz de Alfonso X El Sabio

·         Miembro de Honor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas

·         Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Valencia

·         Cruz Roja del Mérito Militar en Campaña, 1909

 

 

 

COMPOSICIÓN

 

Cuando uno comienza a adentrarse en el estudio de la obra musical de Eduardo López-Chavarri, llama poderosamente la atención lo abundante de su producción y los diferentes géneros en los que desarrolló su técnica compositiva que puso al servicio de obras para orquesta sola, orquesta con  solistas instrumentales, música para la escena, para banda, coro y orquesta, coro mixto, coro de voces blancas, canto y piano, etc., un catálogo cercano a los ciento ochenta títulos, que se dicen pronto.

 

Si nos preguntamos qué características describen a Chavarri como compositor, deberíamos situarnos primero en sus antecedentes más inmediatos. Salvador Giner (1832-1911) es el primer espejo en el que Chavarri se mira a la hora de realizar una música descriptivo-regionalista, en la que los compositores utilizan su pluma para describir el mundo que les rodea utilizando incluso temas populares del folklore valenciano, aunque Chavarri no fue tan literal como Giner, pues mientras este último utilizaba las citas del folklore al pie de la letra, Chavarri desarrollaba con una extraordinaria inventiva estas fuentes. De hecho, posiblemente, de no haber existido Salvador Giner, Chavarri hubiera ocupado el lugar de este en muchas de sus facetas. Las cualidades de Chavarri le brindaban esa ocasión. Estas descripciones regionalistas que comentamos las podemos encontrar en obras como Acuarelas Valencianas, el concierto en La para piano y orquesta de cuerdas, sus Valencianas o su Rapsodia de Pascua, dedicada a José y Amparo Iturbi. La aportación del maestro Chavarri al nacionalismo musical valenciano está fuera de toda duda. Chavarri comenzó  a crear un nuevo estilo armónico hasta entonces no usado. Las frases temáticas las conserva en toda su integridad, como es lógico; pero las frases acompañantes las rompe continuamente para crear efectos varios y distintos: onomatopéyicos, rítmicos, etc. Suele trazar unas líneas determinadas y concretas del mundo que le rodea, antes que exteriorizar sentimientos íntimos y profundos del mundo del compositor. 

 

Las obras de Chavarri nacen en este clima de valencianía, con todas las características propias del ambiente y de la época; tienen como antecedente propio los poemas sinfónicos en boga en el mundo europeo y en Valencia  con la traducción  que de los mismos hace Salvador Giner. Chavarri no puede sustraerse al clima valenciano pese a sus deseos, a sus estudios personales y a su aprendizaje con Pedrell. Así nacen sus obras. No las titula poemas sinfónicos, pero merecen ser llamados tales. Su primera obra, Valencianas, está inspirada en las poesías de Teodoro Llorente y presenta cuatro momentos de la vida popular; por ello usa como subtítulo " Cuadros Levantinos" y se la ha llamado Suite. Sus subtítulos son una indicación indiscutible de que se trata de música descriptiva, como "En la montaña", "Danza de Albaida", "Interior" y "Rapsodia Humorística.  

 

Toda la música de Chavarri, en términos generales, participa de este ambiente descriptivo propio de los últimos años del siglo XIX y  principios del XX. 

 

Otra de las obras en las que se ve claramente  el carácter descriptivo de su música es el Concierto Nº1 en La para piano y orquesta de cuerdas, tiene su segundo movimiento titulado "Las barracas de Bonrepós" (pequeña población de la huerta valenciana y el último movimiento es el Himno triunfal de los novios de esta localidad.

 

Con esta temática a nadie le podrá extrañar que su obra para Coro de voces blancas y orquesta "El cantar de la guerra", signifique angustia y pasión de las mujeres y niños ante la lucha entre los humanos, y que sus cuatro tiempos se titulen, "Los templos ardieron", "Enfermeras de labios pintados", "Sombras en la noche" y "Hossana!".

 

 

La obra de Chavarri es de una producción muy diversa, para diferentes tipos de orquesta y de solistas, aunque sus canciones abundan sobre todos los demás géneros. 

Con todo se puede decir que la obra de Chavarri es obra valenciana, hecha por un valenciano, inspirada en el folklore valenciano aunque no siempre usted temas folklóricos. Es descriptiva, con un sentido nacional-regionalista que partiendo de Giner tiene ribetes de modernidad.

 

La influencia de Chavarri en la vida musical valenciana puede enfocarse desde diferentes facetas. Si importante es su música, con todas sus peculiaridades, su intervención en la vida socio-musical valenciana es muy importante y, en ocasiones, mayor que su misma vida de compositor. No olvidemos que Chavarri, además de compositor fue director de orquesta, pianista, periodista, crítico musical, escritor, traductor de libros, musicólogo, arreglador para obras teatrales, conferenciante, folklorista, Doctor en derecho, incluso ejerciendo esta profesión como fiscal en la Audiencia Provincial de Valencia.

 

Tal vez Chavarri, es en la vida musical valenciana lo que Cocteau es al "Grupo de los seis" franceses, sólo que en París el Grupo debía reaccionar frente a la música de Pelleas y Tristán, y en Valencia era la reacción musical ante el italianismo y la vitalización de la música en sí. Chavarri traduce obras y estudios de músicos universales que darán a conocer a estos músicos en toda España: Listz, César Franck, Mussorgsky, Beethoven, Wagner y muchos otros, son biografías que se citaban en los estudios de los musicólogos españoles, como hace el mismo Adolfo Salazar; quiere que los músicos de la importancia que debe tener la música popular; funda y dirige orquestas; su puesto como periodista y crítico musical del diario Las provincias le facilita entrar en las viviendas de la gente cultivada; en resumen, donde hay vida musical culta allí está Chavarri que presenta sus propias composiciones, que interpreta, que inspira, que critica, que orienta, etc.

 

López-Chavarri abandonó este mundo a los 99 años de edad, en 1971.

 

 

  

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